viernes, 6 de abril de 2012

El principio.

Hace una semana que tengo el corazón en la boca.
En 10 días me voy a Roma. Sí a Roma, la Roma de Italia... esa. No me pregunten mucho acerca de cómo fue que llegue a tomar esa decisión, porque nisiquiera yo lo se.
Sé que el viaje que tenia pensado con mis amigos se canceló. Sé que no hubo forma de cambiar las fechas de mis vacaciones en el hotel donde trabajo. Sé que no lo pensé dos veces, quizás si lo hubiese hecho, este blog no existiría.

Tengo tantas cosas en la cabeza en este momento que me cuesta ordenarlas para no desesperar en el intento de organizar todo. Aunque lo cierto es que no llevo mucho planeado, solo lo indispensable como para no encandilarme con las emociones.

El día que me decidí hacer el viaje compre mi boleto de avión por despegar.com, a un precio que a mi me resultaba cómodo pagar. Lamentablemente mi tarjeta de crédito estaba pidiendo auxilio desde antes de hacer la compra, por lo que el pago no ingreso y mi reserva quedo pendiente sin confirmación hasta que yo pueda otorgar oootro medio de pago.

Había dado el primer paso para hacer el viaje y lo había dado mal. Desde ese momento comencé a dudar de si estaba haciendo lo correcto o no. Mi mayor miedo era sobrepasar mi limite de crédito y quedar demasiado ajustado con mi presupuesto mensual.Teniendo en cuenta que este viaje salio de un día para el otro, no había ahorrado casi nada de dinero, aún así, la emosion de hacer este vieja me llevo a cerrar los ojos y tratar de no pensar mucho en el futuro. Por mas de que me embarguen, nadie me va a borrar de la retina la imagen de la Fontana di Trevi.

Los días pasaban lentamente. El rechazo de mi tarjeta de crédito se dió un viernes a ultima hora, por lo tanto tenia que esperar a la otra semana para poder hablar con el banco y como si fuera poco, el primer día de la semana, el lunes, era feriado nacional para conmemorar el inicio de la guerra en Malvinas.

Esperé, me arme de paciencia, miré y volví a mirar los precios de los vuelos. Hice números y cuentas que prometían un futuro austero y escaso en comodidades. No me importó lo que esos números me decían, en mi imaginación yo ya estaba cruzando la puerta del Coliseo y hasta estaba mirando fotos, como para saber desde que angulo sacar una buena foto del antiguo recinto.

El martes 03 de abril me desperté muy temprano, hasta Renzo dormía cómodamente con su al lado mio. Pocas veces me desperté tan despabilado como ese martes. Me dije es ahora o nunca Mati. Tome mi computadora y antes de hacer la reserva vi que tenía un mail de Aerolíneas Argentinas donde promocionaban los vuelos a Roma a un precio apenas mas económico que el que tenía publicado despegar.com

Exactamente 2 minutos tarde en comprar el pasaje y otro minuto más para que me llegara el mail con la confirmación de la compra y el pasaje electrónico.

Me contuve unos segundos. Cerré los ojos y sentí esa especie de adrenalina correr por todo mi cuerpo, cuando no pude contenerme más comencé a saltar de la felicidad, no podía creer que todo se dé de una forma tan sencilla, y digo sencilla dado que este es un viaje que planee veinte veces en mi vida y siempre por alguna u otra razón jamás pude hacerlo.

Renzo se despertó asustado por mis gritos, pero presintiendo mi felicidad se puso a correrme tratando de atrapar mi pies en forma de juego. Él sabía lo ansioso que estaba por esto y a falta de un ser humano a quien abrazar, el fue el único que se banco mi histérica felicidad, permitiéndome abrasarlo y estrujarlo, emocionado hasta las lagrimas.

Así comenzó todo.

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